Miguel Ángel Contreras Mauss
Córdoba, Ver. –
El murmullo del agua recorriendo el río acompaña el chasquido de ramas y espigadas hojas que chocan por el leve viento que inunda el místico lugar en una de las regiones montañosas más imponentes del Golfo de México.
A orillas del Río Blanco, poderosas raíces se clavan en la húmeda tierra que da vida a los ancestrales ancianos, guías de la humanidad que en la cosmovisión náhuatl los conocen como “viejos del agua”.
En un serpenteada vereda de dos kilómetros y medio, más de mil 700 árboles ahuehuetes de 200 y hasta 700 años de edad generan una experiencia sensorial en cada humano que visita su hogar.
El color del agua, el sonido del viento pasando por sus finas hojas, la textura de su corteza y la imponente altura de los ahuehuetes -también conocidos como ciprés de Moctezuma, sabino, ahuehué o ciprés mexicano- empequeñecen a cualquier humano que pisa esa tierra de olores fértiles.
El Bosques de Galería, como se conoce a este reducto de la naturaleza, atraviesa los municipios de Nogales, Camerino Z. Mendoza, Huiloapan y Río Blanco, donde los 40 metros de altura de algunos ejemplares rompen el cielo.
En el camino a la comunidad Necoxtla, conocida como una de las puertas de la Sierra de Zongolica, los árboles y sus copas se unen para formar un húmedo túnel que se formó al paso del tiempo y de la historia de la humanidad.
El ahuehuete, palabra en náhuatl que significa “viejo del agua”, debido a que el longevo árbol se desarrolla cerca de ríos, pantanos y manantiales, ha sido parte de la historia de México, como aquel pasaje de “el árbol de la noche triste”, bajo el cual Hernán Cortés lloró su derrota ante los aztecas en 1520.
El Ahuehuete, describe el biólogo Jair Peña Serrano, es un árbol muy longevo que puede vivir desde 700 hasta mil 200 años, además de que puede superar los 30 metros de altura, siendo su principal característica el grosor de su tronco.
Aunque no son originarios de los ecosistemas de la región, suelen crecer en lugares donde abunda el agua, como ríos y arroyos, entre ellos El Río Blanco, sinónimo de contaminación y degradación.
Alrededor de los míticos árboles, una gran diversidad ornamental y de fauna que incluye murciélagos, escarabajos, ranas, anfibios y serpientes. El bosque es un atractivo turístico de Ciudad Mendoza, digno de ser conocido y visitado.
En un documental de Los viejos del agua, se difunde y preserva el bosque de galería y la importancia de cuidar ese espacio natural que está altamente contaminado por la mancha urbana, así como la búsqueda de un plan de rescate que despierte el interés ecológico en los ciudadanos.